Al morir, parte de mi murió contigo.
Pero un gran amigo me contó hoy un secreto,
un secreto que habitó en mi todo este tiempo y no supe verlo,
me dijo que...
Al amarme, me enseñaste a amar tanto y de tal manera que,
aún fui capaz de seguir amando a pesar del dolor sufrido.
Debí haberme armado de valor y gritado a los cuatro vientos tu nombre,
pero la garganta a veces se paraliza y los ojos se nublan con la bruma de las
dudas erróneas.
Equivocada.
¡Fui cobarde!
Fui, en pasado, porque hoy, ahora, en este instante, me armo de valor y grito,
grito a los cuatro vientos, que ¡TE AMO!
Copyright © Luisa LG
No hay comentarios:
Publicar un comentario