La lluvia rocía mi piel
con un beso de su boca
Mis labios saben a miel
su frescura me trastorna
impregnando todo mi ser
con la sensualidad de sus gotas
Salpicando mi cabello,
desbaratando mis rizos,
cubriendo todo mi cuerpo
bajo el manto húmedo
del invierno…
con su abrazo frío
Llueve…
chapoteo mis pies desnudos
sobre la hierba empapada
Alzo mis brazos al cielo
como una libélula extiende
sus trémulas alas,
buscando refugio
entre las hojas mojadas
La tempestad
parece calmada,
tras mil y una lluvia
brilla el sol por la mañana,
borrando las nubes grises
que nublaban mi mirada.
Luisa López Gómez
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